El otro día leí lo que te pasó, Gisberta. Me llegó en un E-Mail enviado por amigos tuyos, (personas a las que nuestra sociedad acomodada llama "activistas" y que muchos otros consideran una gran molestia).
Tu historia me chocó tanto, nena. Me llenó de tristeza.
Pero te he de confesar que, a pesar de ello, eché el correo a la papelera. Me sentí triste, e incapaz de hacer nada. Además, tenía tantos "mails" que contestar...
lo siento mucho.
Pero la verdad es que tu historia me ha perseguido. Ha insistido que alguién la contase. Y es verdad, cariño, mereces que nos acordamos de ti. La contaré aquí:
Gisberta Salce Junior, inmigrante, transexual, seropositiva, prostituta y sin techo fue encontrada muerta el 22 de febrero en el fondo de un pozo en un edificio abandonado en Oporto, Portugal. Un grupo de 14 adolescentes, entre los 10 y los 14 años confesaron el crimen. Según su confesión, los jóvenes atacaron a Gilberta el día 19. La ataron, la apalearon, le introdujeron palos por el ano, la quemaron con cigarrillos y así la tuvieron tres días enteros, hasta que finalmente la tiraron al pozo.
Ningún partido político portugués, ninguna institución, se ha posicionado contra el crimen o lo ha condenado públicamente. No se ha tomado ninguna medida contra los agresores ni contra la institución (de la Iglesia católica) en la que estaban ingresados los menores. Nadie se ha hecho responsable de este crimen. El juez que juzgó al único menor responsable legalmente declaró que no se puede demostrar que Gilberta muriera como consecuencia de las torturas a las que fue sometida, sino que pudo morir ahogada pero, al parecer, ese ahogamiento tampoco es culpa de nadie. El chico fue absuelto*.
Fuente: Extracto de un E-Mail recibido el 7 de junio de 2006
de la COGAM.
Me indigna esto, Gisberta. Llevo varios días llorando tu muerte, guapa. Desde aquí, en mi imaginación, te recogo de aquel terrible pozo, te arreglo tu pelo (¡tan sucio, tan manchado de sangre!), acariciándote. Nos faltarás mucho en este mundo, muchísimo. Y no sé si me oyes ahora, pero te quiero consolar, quisiera borrar estos terroríficos, últimos días con ternura. Con belleza, con amor. Así que te quiero contar algo antes de que te despidas de nosotros para siempre.
A mi Mejor Amigo le pasó algo similar. En medio de una noche oscuro, oscurísimo, le tomaron preso, le golpearon brutalmente, le escupían, y se burlaban de él. Finalmente le torturaban, horas y horas y horas, sin parar. Como tú. A pesar del hecho de que nunca había hecho nada malo; al contrario. El sólo ayudaba a la gente y sanaba sus heridas, como las muchas que habrás tenido tú, y las muchas que he tenido yo.
Pero antes de que todo esto le ocurriese, un día cuando estaba en una plaza, la "gente buena" y "religiosa" echaron delante de sus pies a una mujer que habían pillado en la cama con un hombre, in flagranti. Los curas y los "sabios" del pueblo querían matarla allí mismo, con piedras que tenían ya en sus manos (que temblaban ... ¿de ira? ¿excitación?).
Pero mi Amigo no lo permitía. La defendió. Sólo decía una cosa, con una voz tan suave que apenas la podías oír a veces:
"Si alguno de ustedes nunca ha pecado, tire la primera piedra."
Al escucharle decir esto, todos empezaron a irse, hasta que ninguno de estos hipócritas se encontraba en la plaza. ¿Y sabes lo que entonces hizo él? Le tendió una mano a la mujer para que se levantara del suelo (estaba cubierta de polvo y su cara estaba muy roja por haber llorado tanto. ¡Pensaba que se iba a morir!). La abrazó y le decía,
"¿Nadie te condena? Yo tampoco, vete en paz y no te trates así, no peques más..."
Te hubiera abrazado Gisberta. Te hubiera sacado de ese pozo - y muchos otros que conocías durante tu vida.
Te hubiera dado un beso muy tierno, Gisberta.
En su Nombre, esperando que te llegue cariño, te lo mando yo.
Yo también la quiero y también le hubiera dado un beso.
ResponderEliminarNo tengo palabras para describir el sentimiento que este tipo de actos me producen y tampoco las tengo para describir el "pasotismo" generalizado que le produce a la mayoría de la gente.
Tampoco tengo ninguna teoría ni forma de ver algo que no tiene explicación.
Por ello, quiero compartir con vosotros una pequeña historia.
Mi madre es Portuguesa, de Oporto y vino a España con 15 años. Teniendo en cuenta que tiene 60 años os podeís imaginar la situación que vivía España y Galicia en concreto en esa época.
Mi madre os podría hablar de todo tipo de burlas e insultos que padeció durante años.
Pero ella decidió no volver y quedarse en España (cosa que yo le agradezco, ya que no hubiera conocido a mi padre y yo no existiría...ja,ja,ja)
Bien, pues a día de hoy ella ayuda a los que llegan, tiene una asociación en la que imparte cursos, recoge ropa... y sobre todo algo muy especial para mi. En Navidad hace una fiesta unos días antes de Reyes y regala a todos los niños que vienen todos los juguetes que ha recogido durante el año... adivinar quien se disfraza de rey mago (sí, yo).
Con toda esta historia, lo único que quiero decir es que mi madre muy lejos de sentir odio por lo que le habían hecho, decidió olvidarlo e intentar ayudar a los que llegan como ella lo hizo en su día.
Por último, deciros que yo no soy una persona muy religiosa, pero os puedo asegurar que si la Navidad tiene algún sentido es el de ese día.
Yo siempre os animo a cosas y hoy os animo a ayudar al resto siempre que se pueda y a no quedarse indifirente ante injusticias como esta.
Besos
Soy Juli , me olvidé de poner el nombre...
ResponderEliminarUna historia increíble, Juli: gracias por compartir algo tan personal con nosotros.
ResponderEliminarTengo muchas ganas de conocer a tu fabulosa madre algun día ... ¡y de ver una foto donde sales tú disfrazada como uno de los Reyes Magos! Qué bonito, lo que estáis haciendo juntas...
¡Un fuerte abrazo!
Paul
Me ha impactado la historia, creo que hay personas que sufren por aquellas que no lo hacemos, que tenemos la suerte de no tener que enfrentarnos a ese tipo de situaciones. Esas personas son las que realmente necesitan un momumento, un reconocimiento y justicia, que parece ausente en ciertos momentos.
ResponderEliminarJuli, cada uno de tus comentarios los enmarcaría en mi trabajo para releerlos cuando por bobadas me desanimo o entristezco. Me encanta leerte, espero que no dejes de volcar tus sentimientos en este blog.
besines mil a todos.
Muchas gracias Esther, intentaré no faltar.
ResponderEliminarLa verdad es que me gusta mucho escribir aquí, gracias Paul por dejarme esta ventana al mundo!!!
Besos
Paul,
ResponderEliminarCon qué ternura guardas la memoria de Gisberta. Hace falta ese tono de palabras. Me uno al lamento.
Oh sí, Caro... faltaría más.
ResponderEliminar¿Te imaginas qué hubiera pasado si le hubiésemos podido salvar y luego, abrazar, diciéndole estas palabras en persona?
Espero localizarle a Gisberta, allí en La Gran Fiesta algún día (eterno) en el futuo ... entonces platicaremos con mucho gusto ;-)
Besos!
Paul