Como muchos ya sabéis, siendo amigos-lectores asiduos de este blog, muy a menudo hacemos "llamadas" al Teléfono Rojo en este espacio. Las "llamadas" son nada más y nada menos oraciones, peticiones a Dios hechas de parte de personas que nos piden rezar por ellos y sus necesidades.
Entonces, cojo el "Teléfono" y llamo el "número" de la Persona que, en cientos de ocasiones, he experimentado como un Dios vivo y amoroso, ansioso de escucharnos y formar parte de nuestras vidas. Muchos de mis amigos del blog hacen llamadas también.
Fiel al título de este mismo blog, reitero aquí:
no hablo aquí de Religión.
Sino de algo mucho más importante:
de una Relación con un Dios personal y real que, de verdad, existe.
de una Relación con un Dios personal y real que, de verdad, existe.
Hoy, he llamado varias veces, reiteradas veces. Pero no a fin de pedir.
Al contrario: lo que quería hacer es alabar, darle las gracias a mi Padre por lo que hizo ayer en Estados Unidos.
Al contrario: lo que quería hacer es alabar, darle las gracias a mi Padre por lo que hizo ayer en Estados Unidos.
El coche que ves arriba es el de mi madre. Ayer, de vuelta de un paseo con los perros, junto a mi hermana y mi sobrina, sufrieron una colisión con otro coche que les hubiera podido quitar las vidas. El coche que destrozó el Ford de mi madre habido sido robado minutos antes por los 3 hombres sentados en su interior.
Conducieron a alta velocidad. Justo al entrar en el cruce de dos calles muy recorridas, en un millisegundo que marcó su destino, mi hermana vió ese coche descontrolado y mi madre pudo reaccionar a tiempo, dando un giro brusco a la derecha. Al haber chocado frontalmente, es bien posible que hubiera haber podido perder -en un solo día- a mi madre, mi hermana y a mi sobrina de 16 años...
Sin embargo en cambio, ayer vimos un coche destrozado, pero mis tres chicas salieron ilesos de él.
Así que Abba... Padre, una vez más
te doy las gracias por cuidarnos, por tu incomprensible amor.
Gracias de todo corazón.
El que habita al abrigo del Altísimo
morará a la sombra del Omnipotente.
Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía,
Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía,
mi Dios, en Quien confío.
Porque El te libra del lazo del cazador
y de la pestilencia mortal.
Con Sus plumas te cubre,
y bajo Sus alas hallas refugio;
escudo y baluarte es Su fidelidad.
Pues El dará órdenes a Sus ángeles acerca de ti,
para que te guarden en todos tus caminos.
En sus manos te llevarán,
para que tu pie no tropiece en piedra.
El Libro Mágico de mi Maestro
"Las Canciones del Rey", Número 91
Bendito sea Él, que sus brazos amorosos y protectores llegan a todas partes.
ResponderEliminarShalom.
Gracias amigo José ... así es.
ResponderEliminarA pesar de haber usado muchas palabras en este post, la verdad es me quedo hoy sin palabras.
Las únicas que encuentro son de profunda gratitud.
Un fuerte abrazo y gracias por tus visitas y palabras, que siempre son de ánimo.
Estas son las cosas que hace Nuestro Señor. ¡Aleluya!
ResponderEliminarAcabo de dejar un comentario en la entrada que se refiere a unas palabras de Codolezza Rice acerca de Guantánamo (09 de Julio del 2007)
www.tigrero-literario.blogspot.com
Dios te bendiga hermano
Gracias por tu visita y por tus palabras Alí :-)
ResponderEliminarEcharé un vistazo a tus comentarios en el otro post - un abrazo desde Barcelona!
Paul
Pues gracias a Dios, claro que si.
ResponderEliminarGracias por tu visita y por los ánimos, ¡Peregrino!
ResponderEliminarUn abrazo
Paul