16 octubre 2006

Etiquetas


No sé si te has dado cuenta, pero un nuevo concepto, una nueva manera de ver el mundo se está imponiendo poc a poc entre nosotros.

Me refiero a la idea de las etiquetas.

Las conocerás muy bien si navegas a menudo, participas en una comunidad (Youtube, Flickr, etc.) o mantienes un blog propio como éste. No sé si te has fijado, pero si haces clic sobre una de ellas aquí, saltarás a una página que agrupa todas las entradas de un determinado tema ("citas", por ejemplo) en un sólo sitio.

Las etiquetas - o tags, como se llaman en inglés - nos ayudan a movernos por la selva de información que es Internet. "Identifican" y "clasifican" a "objetos" (fotos, textos, vídeos, canciones, etc). Nos facilitan su búsqueda y "ordenan" el caos inherente de la Gran Base de Datos que es la Red.

Ha nacido una nueva metáfora en esta Edad de la Información.

De hecho, tampoco es tan ingeniosa, ni es inédita. La gran utilidad de las etiquetas nos ha "servido" muy bien en épocas menos digitales que la nuestra. La Historia lo documenta: tags muy útiles que ayudaban a condenar (la "A" escarlata de la adúltera). A despreciar ("Facha", "Okupa", "Fanático", "Maricón"). O, peor aún, a identificar (mediante la palabra JUDE enmarcada dentro de una estrella de David amarilla), localizar y destruir a aquellos "objetos" no dignos de nuestro amor, ni dignos de la vida misma (según los autoproclamados "Clasificadores").

Cuando abundan demasiado las etiquetas, se mueren muchas cosas: la mente activa, el escuchar atento, el debate enérgico. Nos rendimos, pasivos, ante el poder de "autores" que ya han pensado para nosotros. Ah... qué fácil.

Hoy mismo, una persona que desconozco ha dejado un comentario en el blog, discrepando con mi opinión y las de otros acerca de la Religión (ver "Para Benedicto"). ¿Cómo nos tendrá "etiquetados" en su mente? ¿Le pondremos a él un tag, igualmente? ¿Será posible escuchar, dialogar, aprender...?

Andando por el Passeig de Gràcia más tarde, me encontré pensando en las etiquetas de Internet, mientras las caras de todo tipo de personas pasaban por delante de mis ojos. Y pensé,

¿Cómo llegamos a aplicar las etiquetas tan rápidamente? ¿Estamos seguros de tener toda la información necesaria? ¿Son objetivas o sujetivas, nuestras etiquetas?

¿Y si nos equivocásemos...?


Foto: KMikeyM

6 comentarios:

  1. Hi Paul,
    personalmente creo que hay algo innato en el ser humano que nos fuerza a identificar y catalogar (etiquetar)a partir de pre-juicios (me refiero al juicio que elaboramos antes de tener datos suficientes para hacerlo).
    Supongo que debe tener un componente primitivo relacionado con el instinto de supervivencia: observar y clasificar visualmente y determinar si el que tienes enfrente es presa o depredador, y actuar en consecuencia.
    Creo que el resto que conocemos es una sofisticación de ese instinto primitivo.
    El otro día yo mismo "me descubrí" ante la tele etiquetando a los concursantes de "Operación Triunfo" sin prácticamente haberles escuchado ni visto (y menos cantado)... y se me ocurrió que en la base de los prejuicios hay un componente irracional que tiene que ver con un instinto primitivo... y domarlo es una árdua tarea...

    ResponderEliminar
  2. Muy acertada esta reflexión Joe ... tienes razón. Has redondeado un poco más el tema - muchas gracias.

    Una abraçada!
    Paul

    ResponderEliminar
  3. etiquetar es seleccionar

    seleccionar es sesgar

    ¿por qué esa etiqueta es más definitoria que otra?

    ¿por qué escojo esta y no otra?

    Cuando etiquetamos de una forma, estamos dejando de lado otras posibles etiquetas que también podrían definir un post, una persona, una película, una obra, lo que sea.

    La realidad es poliédrica e inclasificable al 100%. Pero nuestro ritmo de vida nos obliga ello para hacérnoslo todo más fácil.

    No me quejo. Yo también etiqueto en mi blog (de una forma expresamente sesgada e indefinitoria muchas veces) y en mi vida. Es lo que hay.

    ResponderEliminar
  4. Sí, amigo "J'a", sin lugar a dudas tiene también su utilidad en esta vida tan "atareada" que llevamos.

    Pero, ¿deberíamos seguir así, sin cuestionar este ritmo y sus consecuencias (etiquetando a las personas, por ejemplo)?

    Sé que es "lo que hay", pero, ¿es inmovible esto?

    ¿Hacía dónde nos llevará este tren? ¿No somos nosotros sus conductores?

    Recuerdos y gracias por tu reflexión - ¡nos sigues fiel como siempre!

    Paul

    ResponderEliminar
  5. He llegado aquí desde tu explicación sobre la identidad del blog al anónimo curioso del 14.1.07, y al leer pensé que el discrepante te referías a mí, por las fechas ya he visto que no, pero de todas formas he querido poner mi gotita.
    Las etiquetas son fuente de conocimiento, al no ser Dios no tenemos omnisciencia y tenemos que funcionar con sucedáneos que permitan cierto conocimiento inmediato aunque no sea total; y por la misma razón, tampoco tenemos infalibilidad y podemos errar en esa clasificación, pero ya la misma clasificación es un progreso al evitar la confusión, en este sentido estoy con j'a. ¿No es maravilloso ver en verano por Barcelona esas colas de niños que participan en actividades de “lleure”, todos identificados con la camiseta del centro correspondiente, o entremezclados corriendo por parques, plazas, etc. y que los responsables en un momento dado consiguen identificar? Algunos muy pequeños incluso llevan colgados un cartel con su nombre, que casi ni saben decirlo, por si se pierden. ¿Qué sería un archivador sin las etiquetas identificadoras? ¿Una biblioteca sin los títulos en el lomo?

    ETIQUETAR negativamente por que se usan, ya es una contradicción. Que pueden ser fruto de prejuicio... no lo dudo, pero es mejor eso que suspender el juicio. Un prejuicio se modifica en juicio con nuevos argumentos; mientras no definirse, no concluir el juicio, no genera conocimiento.

    ResponderEliminar
  6. ¡Muy interesante Betulo! Gracias por esta aportación.

    Un abrazo,
    Paul

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails